sábado, 5 de septiembre de 2009

Un zumbido

Víctor Antero Flores
María escuchaba el zumbido disuelto entre las voces. No podía abrir los ojos, pero adivinaba el zigzagueo de la mosca en la habitación. A veces sentía el contacto de una mano cálida sobre las suyas y percibía un fuerte olor a café. Pero la mosca interfería con todo aquello. Su aleteo abrasivo chilló muy cerca de sus oídos y se detuvo abruptamente en su mejilla. Soportó las patas del díptero picándole la piel, pero no podía levantar la mano para sacudirse ese tormento. La sintió caminar por su labio superior y entrar por una de sus fosas nasales. La mosca debió sentirse atrapada porque comenzó a aletear con desesperación y María creyó que un diminuto taladro se abría camino hacia su cerebro. El agudo chillido retumbó en su cabeza y le cosquilleó enloquecedoramente el interior de la nariz. De pronto sus pulmones se convulsionaron y se incorporó violentamente para jalar aire por la boca.
El estornudo fue explosivo.
La mosca se estrelló en la cara de una plañidera.
María había dejado su estado cataléptico.

Este es uno de los siete cuentos de mi autoría seleccionados para habitar el libro 'Para leerlos todos, anotología de microcuentos' editado por la Universidad Iberoamericana León, en Guanajuato. 2008.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario